crónica de una tarde y una noche de verano.

Ahí estaba, frente al computador. Suena el timbre, bajo a abrir es Mika, esa amiga risueña y loca que parece y siento como mi siamesa esos últimos días. Entramos y ponemos la película que habíamos arrendado el martes anterior y que debemos devolver ese jueves. Miro la hora, son las 5 y media de la tarde, le digo que quizás no alcanzaremos a verla antes que lleguen los otros, no importa, me dice, la vemos igual. A los 45 minutos suena el timbre, ponemos pausa y voy a abrir es Manuel, ese amigo entrañable, sube conmigo y somos tres en mi habitación, le obligamos a ver esa película que él denomina "para nenas". Pasan unos veinte minutos y vuelve a sonar el timbre, bajo y abro, esta vez es Belén, esa amiga del alma que es casi mi hermana. Somos cuatro viendo la película hasta que la terminamos. Bajamos todos a la terraza. Saco las cervezas y las cosas para picar. Charla, risas, charla, risas y más risas. Está atardeciendo y llamo a Alfonso para decirle que se venga pronto. Saco más cervezas, más risas y la comida desaparece rápida entre conversación, cigarrillos y tragos de birras. Suena el timbre, es Javiera, otra de esas indispensables en cualquier junta que haga en casa, trae más cervezas y comida. Somos cinco en la mesa de mi terraza, los cigarros comienzan a escasear, mi cajetilla que apenas he abierto esa tarde ya casi se acaba, Mika fuma de mis cigarrillos, Manuel también. Suena el timbre y se que será la última, es Alfonso, mi amigo, mi hermano, ese ser que con sólo verlo todo es felicidad. Somos seís, las cervezas se acaban, hacemos una vaca con muchas monedas y algunos billetes. Belen y yo vamos a comprar en mi auto, le digo que no estoy demasiado sobria para manejar, aunque nunca ha importado mucho eso. Llevo las dos películas que debo devolver en Blockbuster. Pasamos a dejarlas y vamos a una botillería. Más cervezas y de paso una porción enorme de papas fritas recién hechas. Volvemos a casa. Charlas, risas, charlas, risas... Alfonso y yo nos enfrascamos en una conversación de tinte intelectual, los demás se burlan, siempre hemos sido los nerds intelectuales en el grupo de amigos. Las cervezas siguen pasando y pronto Alfonso y yo sólo hablamos en inglés. Javiera me obliga a hablar en francés con ella, nadie más nos entiende. Mika se ríe de nosotros con esa risa que se podría escuchar a cuadras de distancia y que amo de ella. Alfonso trata de hablar francés, aprende rápido. Se escuchan conversaciones en español, francés, ingles y esperanto, ese extraño idioma que él aprendió a hablar y que yo espero aprender luego. Son las dos de la mañana y se ha acabado todo, las birras y la comida. Todos estamos algo cansados, nuestra junta había comenzado temprano. Todos me ayudan a ordenar y limpiar y se van. Me quedo sola y subo a mi habitación, y pienso que debo escribir todo esto. Lo hago, pero al día siguiente, cuando las birras ya han quitado su efecto.