Gonzalo
Miro la cajetilla entre mis manos donde el último cigarrillo parece demasiado solitario moviéndose en su interior, pienso en ir a comprar otra, posiblemente el negocio de la esquina esté abierto, tomo las llaves, mi celular y ese polerón azul oscuro que me da un aspecto de vago, da igual.
Bajo por la escalera, puteando como siempre en el trayecto al conserje que aún no llama para que arreglen esa mierda de ascensor, no me apetece tener que volver y subir los putos cuatro pisos hasta mi departamento, todo sea por unos malditos cigarrillos, maldito vicio.
Vuelvo a los veinte minutos, Lucky Strike rojos en mi mano, como siempre, Sofía voltea el rostro al verme entrar, ya se ha levantado y está frente al notebook, por su cara de cansancio infiero que despertó recién, ni siquiera me saluda, basta con un leve levantamiento de cejas, respondo del mismo modo y me voy a la cocina, no me apetece charlar con ella hoy.
Tomo una taza de la montonera de loza que está sin lavar y me hago un café, hago una mueca, la mierda sabe asquerosamente mala pero me la tomo igual, escucho desde ahí los dedos de Sofía sobre el teclado mientras a mi mente acude el flash back de la noche en que la conocí, cuando sus curvas de mujer me incitaron a querer llevármela esa noche a la cama para tener el mejor sexo de mi vida.
No fue el mejor sexo, pero sabe dar buenas mamadas.
Deseo que se vaya, su aroma a mujer me tiene enfermo, pero no se lo digo, no sé cómo decírselo, me da pereza decírselo…
La siento caminar hacia el dormitorio y aprovecho de salir de la cocina, me siento frente al notebook y me meto a facebook, otra mierda más que me tiene enfermo, aún así reviso y me doy cuenta que tengo un mensaje de Esteban, un viejo amigo que no veo hace años, el mensaje ha sido escrito apenas diez minutos antes, le respondo y quedamos de juntarnos a las dos y media a almorzar en el Yoko, un local de sushi totalmente snob, ese tipo de antros de gente pija y estúpida a los que detesto ir.
Esteban siempre me pareció marica e imbécil, era probable que propusiera un sitio como ese, ni siquiera se por qué he aceptado, quizás sólo sea por salir y matar el tiempo.
Me ducho y pienso si debo o no afeitarme, finalmente declino y salgo de la casa cuando aún queda una hora para reunirme con Esteban. Aprovecho de sacar la cámara para sacar algunas malas fotos en el camino, nunca se me ha dado bien la fotografía pero me gusta. Son las dos y cuarto cuando ya estoy frente al Yoko, sigo de largo, no me apetece llegar antes que él, en realidad detesto llegar antes a cualquier tipo de junta. Aprovecho de sacar algunas fotos más, a una simpática mocosa que no debe tener más de 18 pero que llama mi atención, viste de manera extraña y tiene una llamativa pluma en la cabeza, sabe que la estoy fotografiando pero se hace la desentendida, me hace reír.
Miro el reloj y ya son las dos treinta y un minutos, entro al restaurante y veo a Esteban, él no me ha visto, veo su cajetilla de cigarrillos de menta sobre la mesa y sonrío, hasta para fumar siempre ha sido un maldito afeminado, son su marca registrada.
- Se supone que tú no puedes fumar, marica.
Esteban se voltea y ríe, siempre lo he llamado así, no parece molestarle.
- Uno se muere de lo que quiera.- responde dando una calada a su cigarrillo.
Lo miro, inmediatamente me arrepiento de haber ido, se que no me interesará nada de la charla que tendremos, pero al fin y al cabo ya estoy ahí.
- Pensé que lo tuyo era el sida…- comento.
Sí, siempre se me dio el humor cabrón.
- Gonzalo, ándate a la mierda.
Me siento y comienza la conversación, la cual creo que por la noche ya habré olvidado.
buenísima canción de oasis..
ResponderEliminarde los mejores desayunos concebidos...
y curioso tío gonzalo, jaja
me ha gustado la historia..
sigo con tus recomendaciones de piano, inspiran..y mucho..
leo un libro ahora q te recomiendo, en mi afán de saber mas y mas de cine (una pasión), 'Mi diccionario de cine' de Fernando Trueba
buen día!
Yes, you're right, he is!! :)
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